Hace diez años que bailo el tango. Al menos una vez a la semana voy con mi compañero a alguna milonga porteña. Nos gusta repetir, y hacernos habitués, pero también aventurarnos por los cien barrios porteños, a ver qué encontramos por ahí.
Las historias que cuento en este libro nacen de las milongas de esos cien barrios porteños. Que no son cien, claro, y que tampoco recorrimos todas. Pero sí recorrimos muchas. Y muchas son como cien.
La milonga es el mundo de las miradas. Miradas que se cruzan entre barrios tan lejanos como Belgrano y Mataderos, Barracas y Flores. Miradas que hablan lenguas distintas, porque llegan de lugares tan lejanos como Estambul, París o Tokio. Miradas que cuentan historias tristes. Miradas de mujeres que parecen casadas y no lo están (no con el que miran, al menos). Miradas de hombres que mienten un poco, mentiras sociales, para salir a bailar. La milonga es el mundo de las miradas, allí se mira, allí se baila, allí se muere también. Como en la vida.
En estas páginas, mis miradas hechas relatos.