No es en absoluto el relato de una tragedia, aunque las circunstancias sean trágicas. Es un libro
increíblemente optimista y, por momentos, muy gracioso. Incluso a causa de las situaciones
kafkianas de la vida en Argentina, incluso cuando uno está preso y casi incomunicado. Hay muchas
cosas más, pequeños y enormes gestos, en este libro. Todo está impregnado de la tremenda
resiliencia necesaria para pasar tantos años, los años de juventud además, en la cárcel, con los
constantes traslados, el miedo a alguna decisión o sencillamente al malhumor de un guardia. Para
quien nunca ha vivido una experiencia de encierro y aislamiento imaginar los olores, el no poder
hacer ejercicio físico, la soledad, la falta de distracción, el miedo, todo es casi aproximarse a un
vértigo de locura. Y me pregunto cuánto logró sostener el padre con sus cartas cuidadosas, no sólo
al hijo sino a los compañeros, en Magdalena, en Rawson, en Devoto. Siempre fiel, siempre
pensando que el hijo estaba equivocado, siempre seguro de que un error no merece la crueldad
cuando hay amor.
Mariana Enríquez
Este libro te permite hacer Memoria con los compañeros de militancia. La muerte, la tortura y la
cárcel fue el destino de muchos, sin embargo y a pesar de la tragedia, cuentan en estas líneas los
episodios que celebran la vida. Y como en el fondo de la caja de Pandora, esta vez sí, tu viejo,
como le decís al Capitán, nos deja un hermoso mensaje que rescatás en este libro y que habrás
recordado durante el encierro. La esperanza es en sí misma una forma de felicidad. Quizás la
principal que pueda encontrarse en el mundo. Leer este libro es una caricia para el alma.
Taty Almeida