Escribe Ricardo Zelarayán en el prólogo de la edición de 1999 de esta novela: «‘La piel de caballo’, título que alude a esa sísmica piel espantamoscas, narra la incursión fugaz en Buenos Aires de un provinciano pequeño burgués, marginal y resentido.» Pero esta novela corta publicada originalmente en 1986 que es una pieza clave dentro de su obra, es un trabajo minucioso con el lenguaje y a la vez un rodeo, un intento de definición de la idiosincrasia de una ciudad, intento que se cristaliza en el peronismo, en el tango y en la violencia de una época. Escrita poco tiempo después de la muerte de Perón, es el presagio del fracaso de la vanguardia política, y todo lo que vino después. En Zelarayán la forma de hacer literatura -evidente tanto en la prosa como en la poesía- es a partir del habla popular, de las voces de la provincia, transcripción de eso particular que aparece en el lenguaje hablado. Escritor entrerriano de nacimiento y también tucumano-salteño, tal como se definía, vivió gran parte de su vida en Buenos Aires donde escribió su obra y construyó su leyenda, la del escritor que ocultaba y perdía sus textos en cada mudanza y la de una obra esquiva, conocida a través de anuncios, fragmentos y versiones parciales.