“Tengo la edad que tenés vos ahora. Tengo dos hijos. Un auto. Un compañero de ruta. Tengo que cambiar este papelito. Tengo que poner otra cosa, otro nombre, otra jurisdicción. Tengo que partir.“
Elena parte y vuelve a partir. El partido la partió, haber sido parte de la lucha la transformó para siempre. Primero el exilio interno, luego, la gran salida. Entre tanta partida se disuelve ella misma. Pero una llama sigue prendida en ella, tanta partida no la logra apagar.
Elena nos zambulle en la multiplicidad del lenguaje, y en la desoladora vuelta a un país donde resuenan los ecos del pasado. Pero a pesar del dolor algo se enciende, un camino de reparación comienza entre un nuevo montón.