Después que entramos al aula y la maestra iba a saludarnos en nuestro primer día de clases, vino una secretaria y le dijo, en voz baja:
Falta uno.
La maestra miró por encima a todos y se notó que nos contaba.
La secretaria insistió:
Son treinta y hay veintinueve. Voy a buscar la lista
y salió del aula.
La maestra se quedó callada esperando que
la secretaria regresara.
Y entonces a mí me comenzó a dar miedo, porque pensé: ¿Y si soy yo el que falta?