¿Cómo se relaciona la política y la pasión en un club de fútbol en la Argentina? Este libro responde este interrogante. Para ello, analiza el proceso de creación y configuración de un nuevo actor político. En este devenir mutan los criterios de legitimidad de la participación política en la vida institucional de los clubes de fútbol, habilitando la intervención de nuevos sujetos políticos. Los hinchas militantes, así se denomina aquí a estos nuevos actores, son protagonistas de esta mutación. Estos, definidos por la pasión, encargados legítimos de la fiesta en la tribuna, ganan relevancia y van moldeando la inclusión en un mundo antes inhóspito: la arena política de la institución (…) Lo nuevo es el lugar de la pasión. Aquí lo primero y lo más importante: la pasión antaño excluida de la racionalidad política moderna toma un lugar protagónico. La modernidad percibía la política desvinculada de la pasión, separación que nunca aconteció pero que configuró una interpretación de la gestión y la administración. Una interpretación de la racionalidad de la política y la configuración de un antagónico. La pasión era mal vista, entendida como “falta de” para hacer política, es ahora redimida y puesta en valor. Ahora, la pasión esquiva al cálculo, se constituye como muestra de desinterés, señal de pureza: antítesis de la corrupción. Los apasionados van al mundo de la política desprendido de ideales y de razones ocultas, movidos por sentimientos dignos y nobles (…) Reconfiguración que permite reflexionar sobre el surgimiento de nuevos actores políticos no sólo en las instituciones deportivas —lo acontecido en River tiene similitudes con lo que sucede en otros clubes— sino también en la política, con mayúscula, Argentina, el libro da muchas herramientas para transitar estos caminos, sobre las formas de dominación en el neoliberalismo (…) La constitución de las subjetividades, construidas al calor de las reuniones de los hinchas militantes, no es la idealizada por las políticas de la individuación. Hay fugas y fallas de los procesos de individuación, que forman colectivos donde la activación debería ser individual o reniegan de la subjetividad moldeada al calor del grupo. Archetti ideó la noción de zonas libres para dar cuenta de los espacios de fugas y fallas de la modernidad racionalizadora; los dispositivos contemporáneo —múltiples— dejan al proceso de individuación incompleto, parcial e imperfecto. Una mirada pesimista resaltaría que la eficacia del proceso de individuación radica en la multiplicidad de los dispositivos que esteriliza las líneas de fuga. Los optimistas señalarían que la multiplicidad de las líneas de fuga ilumina las grietas del proceso de individuación, inconcluso. Pasen, lean, disfruten y, además, piensen de qué lado de esta falsa frontera nos quedamos: ¿pesimistas u optimistas?