Esos momentos que cuesta tanto explicar y en el que todas las imágenes se cruzan por la cabeza. Cuando estás sentada o sentado frente a la hoja en blanco y las palabras se amontonan y de tantas se empecinan en no salir.
Cuando estás parada o parado en el círculo central, brazos en jarra, el silbato está por sonar y se juntan los nervios, las ganas de que todo salga muy bien, que ese sea el mejor partido de todos. En cada instancia de estas puedo pensar, para darme fuerza o para reivindicar lo importantes que son como forma de expresarme y pararme en el mundo tanto la escritura como el fútbol en un maestro, en un compañero, en un amigo como Ariel Scher.