El libro de Etín Ponce nos trae historias vividas que abarcan conceptos queribles como el lugar natal,
los compañeros de toda la vida y Sunchales, donde se formó y desarrolló –desde el alma– con los
sucesos que lo conmovieron. Que lo fueron acompañando a través de lo más difícil que tiene la vida,
que es entenderla y proyectarla. Porque la vida no es ni maravillosa ni horrible ni difícil ni fácil. Es
única. Y el autor nos lo cuenta desde el adentro de su trinchera en ATILRA hasta circunstancias
personales y más íntimas.
Etín deshoja sus relatos y sus historias con naturalidad, pero con mucha pasión, metiéndose en el
alma del hombre de pueblo, de barrio, de la esquina, de la pelea, de la conciencia social, de la
formación a partir de la lectura y de la inquietud. Y da una idea de cómo se puede construir una vida
a partir del conocimiento de la calle y los amigos y no solamente, aun valorándola, de la formación
académica o escolástica, sino acumulando y complementando los conocimientos que uno va a
adquiriendo a lo largo de la vida. Esas experiencias son las que Etín transmite en estas crónicas que
he leído con mucho placer, con mucha emoción y con la sensación de que en algún momento
pueden ayudar mucho.
Etín Ponce es secretario general de la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores de la Industria Lechera de la
República Argentina (ATILRA) y preside la División Láctea de la Unión Internacional de Trabajadores de la
Alimentación (UITA), entidad adherida a la OIT. Fue el mentor intelectual y primer presidente de la Fundación
ATILRA, organismo creado por el gremio para promover el desarrollo cultural y educativo de la población en
general. Antes de dedicarse a la tarea sindical tuvo una activa participación en medios de comunicación orales
y escritos. También es productor teatral y de eventos artísticos y culturales.